Creo que cuando se trata del cáncer de mama y de conocer sus riesgos, el conocimiento es realmente poder. Hablemos del modelo GAIL de evaluación de riesgos y por qué es importante.
Empecemos con una historia que ha sido noticia recientemente. Es posible que hayas oído hablar de Olivia Munn, la actriz y ahora defensora del cáncer de mama, que compartió con valentía su experiencia con el cáncer de mama. Munn anunció hace poco que había sido identificada como de alto riesgo y que, tras una investigación más exhaustiva, se le detectó cáncer, lo que la llevó a someterse a una doble mastectomía y a una reconstrucción mamaria. Lo más destacado de la experiencia de Olivia fue que utilizó el modelo GAIL de evaluación del riesgo para calcular su riesgo. Munn era demasiado joven para someterse a un cribado periódico, pero los resultados de esa evaluación la llevaron a ella y a su equipo médico a profundizar. Puede haberle salvado la vida.
Herramientas como el modelo GAIL tienen un valor incalculable. Ayudan a las mujeres y a sus médicos a evaluar la probabilidad de desarrollar cáncer de mama en función de diversos factores como la edad, los antecedentes familiares, la densidad mamaria y los antecedentes reproductivos. Para mujeres como Munn, que son demasiado jóvenes para someterse a un cribado rutinario o que pueden no tener factores de riesgo evidentes, estas herramientas pueden proporcionar información vital.
Pero aquí está el truco: no son infalibles y deben tratarse como información, no como palabra de ley. Permítanme compartir una anécdota personal. Me diagnosticaron cáncer de mama en estadio 2B con tres tumores en la mama izquierda en marzo de 2022. Mi última mamografía de rutina en 2019 fue "poco notable" en el lenguaje del radiólogo. No tenía mamas densas. No tenía antecedentes familiares con cáncer de mama. No soy obesa, vivo un estilo de vida saludable y amamanté a mis hijos. Así que en la lista de cosas que hacer para evitar tener cáncer de mama marqué todas las casillas. Por interés, hice la evaluación de Gail para ver cómo me iba, y obtuve sólo un 1% en la escala de evaluación de riesgos. Según las cifras, estaba a salvo. Sin embargo, el cáncer no siempre sigue las reglas, ¿verdad?
¿Cuál es la conclusión? Conocimiento de uno mismo. Conoce tu propio cuerpo y sé tu propio defensor. Las herramientas de evaluación de riesgos son útiles, pero sólo son una pieza del rompecabezas. No deben considerarse una verdad absoluta ni un pase libre para saltarse los autoexámenes y las revisiones periódicas si están a su alcance. Y si sospechas que algo no va bien, tú eres quien mejor conoce tu cuerpo. Así que prepárate para resistir el rechazo de un médico y lucha por ti misma.
Al cáncer de mama le da igual que seas joven o mayor, supermodelo o ama de casa. Puede aparecer cuando menos te lo esperas, independientemente de tu perfil de riesgo. Por eso la concienciación y la detección precoz son sus mejores aliados en la lucha contra el cáncer de mama.
¿Qué puedes hacer? Lo primero es lo primero: conocer tus pechos. Sí, me refiero a un autoexamen a la antigua usanza. Familiarízate con el aspecto y el tacto de tus pechos en los distintos momentos del mes. ¿Notas algún cambio? No los ignores: consúltalos con tu médico. Presta especial atención a las mujeres jóvenes: los bultos suelen ser detectados por la pareja, así que haz que participe. Seguro que no le importará ayudarte con el autoexamen.
A continuación, las proyecciones. Si cumple los requisitos, acuda. Mamografías, exámenes clínicos de mama: estas pruebas pueden detectar anomalías mucho antes de que note ningún síntoma. Y recuerde que la detección precoz puede marcar la diferencia en su tratamiento. Los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial, están dando a los radiólogos superpoderes para detectar antes los cánceres, lo cual es muy emocionante.
Conozca la densidad de sus mamas. Si tiene mamas de categoría C o D, debería someterse a una ecografía/sonografía complementaria, ya que el cáncer es difícil de detectar en mamas densas utilizando únicamente una mamografía.
Por supuesto, utilice herramientas de evaluación como el modelo GAIL. Pueden ayudarle a usted y a su médico a tomar decisiones informadas sobre su salud mamaria. Pero recuerde que no son infalibles. Confía en tus instintos y habla si algo no te parece bien.
Sé que hablar de cáncer de mama puede dar miedo. Créeme, he pasado por eso. Pero la cuestión es que el conocimiento da poder. Cuanto más sepas sobre tus riesgos y tu cuerpo, mejor preparada estarás para afrontar lo que se te presente.
Así que, a todas las mujeres, hagamos un pacto. Demos prioridad a nuestra salud mamaria. Seamos proactivas, no reactivas. Seamos conscientes de nosotros mismos y defendámonos en todo momento. Porque cuando se trata del cáncer de mama, el poder está literalmente en nuestras manos.