Es completamente normal y comprensible sentir rabia cuando a tu madre o a otro ser querido le han diagnosticado cáncer de mama. El cáncer es injusto y a menudo suscita multitud de emociones complicadas. Cuando me lo diagnosticaron, no sólo fue un shock para mí, sino también para mi familia. Mis hijos, a pesar de ser adultos, vieron su mundo sacudido por la noticia, y mi hija me confesó más tarde que ella también estaba enfadada por mi diagnóstico, y enfadada conmigo, porque yo era su madre, la roca de la familia y no se suponía que estuviera enferma o asustada.
Es importante reconocer que la ira puede surgir de sentimientos de miedo, preocupación e incluso amor. No estás realmente enfadada con tu madre, igual que yo no estaba realmente enfadada con mi marido por su ocasional falta de disponibilidad emocional durante mi diagnóstico. Somos humanos, somos vulnerables y estamos atravesando un trauma. Estamos enfadados por la situación, por su injusticia, por la incapacidad de cambiar las circunstancias o solucionar el problema.
Hubo momentos en los que me sentí traicionada por mi propio cuerpo, a pesar de haber llevado un estilo de vida saludable. Ese enfado era desalentador y a menudo fuera de lugar, lo que provocaba alguna que otra discusión con mi cónyuge. Ambos estábamos confusos, asustados y tratando de navegar por la nueva realidad en la que nos encontrábamos.
Recuerda que es importante manejar estos sentimientos de forma honesta y amable contigo mismo.
Intenta expresar cómo te sientes a un confidente o considera la posibilidad de escribir en un diario. No pasa nada por pedir ayuda o hablar con un profesional si crees que te ayudará. Lo que estás experimentando es una forma de trauma y duelo y es importante que te permitas sentir estas emociones. Cuando estés preparado, considera la posibilidad de hablar de tus sentimientos con tu madre, si ambos os sentís cómodos con ello.
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