El panorama vital cambia enormemente tras el diagnóstico de un cáncer de mama. La realidad es cruda y el viaje extenso, como si te hubieras metido en una maratón sin haber calentado. Te encuentras al borde de una situación y una información incontrolables.
Entre las muchas facetas de esta experiencia colosal, la gestión de la ansiedad sigue siendo un aspecto crítico. La ansiedad es una respuesta esperable cuando uno se enfrenta a un diagnóstico que cambia la vida como el cáncer. Consciente del poder que la ansiedad podía ejercer, tomé algunas medidas conscientes para hacerle frente.
Mi respuesta inicial fue construir una fortaleza alrededor de mi mente. No se trata de meter la cabeza en la arena, sino de procesar la información de forma selectiva. El mundo del cáncer de mama y la información relacionada con él son inmensos; podrías ahogarte si lo asimilas todo demasiado rápido. Por lo tanto, es fundamental que reciba los detalles a un ritmo que pueda manejar. Elija cuidadosamente sus fuentes de información. Establecer un ritmo para la ingesta de información puede evitar el miedo y la ansiedad abrumadores.
El entrenamiento físico fue otro aliado en mi lucha contra la ansiedad. El ejercicio regular se convirtió en mi salvación, incluso en una vía de escape. Caminar, boxear, montar en pelotón, levantar pesas... no eran simples pasatiempos. Por el contrario, eran estrategias de afrontamiento fundamentales, mis anclas mentales en el mar tempestuoso. Abordar el viaje como si fuera un entrenamiento para una prueba de resistencia resultó ser una forma sorprendentemente eficaz de combatir la ansiedad. Fortalecieron mi espíritu y me ayudaron a afrontar el exigente viaje que me esperaba.
A continuación, llegó el reto de los grupos de apoyo en línea. La conexión con otros supervivientes ofrece fortaleza y sabiduría compartida. Pero es una realidad dolorosa que no todas las historias son buenas, y las penas y los miedos compartidos pueden provocar una espiral de ansiedad. Descubrí que a veces lo mejor para mí era dar un paso atrás. Recuerda que cada persona es diferente.
Comunicar abiertamente mi diagnóstico me ayudó enormemente a controlar la ansiedad. Una vez superado el shock inicial, compartir mi historia a través de diversos canales se convirtió en una salida terapéutica. Me permitió articular mis miedos y ansiedades, comprenderlos mejor y, poco a poco, hacer las paces con ellos.
Por último, y quizá lo más importante, el viaje me enseñó que no pasa nada por buscar ayuda profesional. El trauma desencadenado por un diagnóstico de cáncer puede afectar considerablemente a la salud mental. Ponerse en contacto con terapeutas especializados en ayudar a pacientes con cáncer puede ser indispensable para controlar la ansiedad.
Recuerda: tu viaje es único. No lo compares con otros. Al embarcarte en este viaje, utiliza el conocimiento como poder, pero también como escudo. Defiéndete y mantente en sintonía con tu cuerpo y tu mente. Este maratón puede ser duro, pero cada paso que des importa. Incluso ante la ansiedad, recuerda siempre que eres más fuerte de lo que crees.